Pez

[vc_row row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” text_align=”left” css_animation=””][vc_column][vc_column_text][dropcap]Por[/dropcap] lo menos una vez al año vuelvo a  releer  “El Viejo y el Mar” de Ernest Hemingway, durante mucho tiempo fue mi libro favorito; ya no lo es, otro tomó su lugar. Pero aún así continuo  con el hábito de leerlo y cada vez que tengo la oportunidad  compro otra copia en alguna librería de segunda mano y   lo llevo a casa; tengo algunos volúmenes en mi librero para manifestar mi obsesión con la historia de Santiago y su magnífico Marlín, todavía hermoso, incluso después de los tiburones.

Por muchas razones, una vez ya en Cuba,  sabía que tenía que  averiguar la relación de los cubanos con la pesca. Por falta de tiempo no fui a los pueblos de pescadores de la costa más humildes de la isla, o encontrar un viejo con el espíritu de Santiago, el personaje central de Hemingway, pero pude entender un poco  la relación de la gente con el mar y sus frutos.

A lo largo del malecón, la pared limítrofe de La Habana, que contiene  el mar por el otro lado y sirve como un banco para la pesca y punto de encuentro para los amigos y parejas, escucho constantemente la palabra “tiburón”, pero no llegué a ver a ningúno de los más grandes consumidores de carne que infestan las aguas del Caribe.

También he oído varias veces la palabra ‘pez’ (pescado), que emplean cuando divisan un cardumen e inician hombres y niños  una carrera descontrolada con sus cañas de pescar,  persiguiendo aquel conjunto de peces, como si estuvieran practicando una carrera olímpica de obstáculos, esquivando las parejas y grupos de amigos que usan la pared como banco de conversación y  mirador de la puesta del sol.

  Facing Homelessness

De vez en cuando alguien recibe un golpe en la cabeza con un pez  perpetrado por más de algún pescador  que se extienden sobre el muro del Malecón para extraer su trofeo.  Pero nadie forma una trifulca. El que anda corriendo pronto se vuelve y grita y da una disculpa y el que recibe el golpe sabe que, probablemente, al final del día, el pescado estará en la olla de una familia que está esperando con ansiedad gustar el exquisito sabor de su merecido trofeo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” text_align=”left” css_animation=””][vc_column][vc_empty_space][vc_gallery type=”image_grid” images=”11030,11032,11034,11035,11036,11041,11043,11047,11049″ img_size=”full” column_number=”0″ grayscale=”no” space_between_images=”yes”][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row row_type=”row” use_row_as_full_screen_section=”no” type=”full_width” text_align=”left” css_animation=””][vc_column][vc_column_text]Henry Milléo

Henry has a degree in journalism specifically working in photojournalism for 21 years, developing documentary projects and essays related to ‘photography of the ordinary’, depicting the daily life of cities and ordinary citizens.
Henry won the New Holland Photojournalism Award in 2012 and was one of the winners in the POY Latam 2013. He has exhibited documentary work in Uruguay in (2008), Paris (2009) and Portugal (2014).
Henry has been selected to be part of “The Best of Brazilian Photojournalism” editions 2013, 2014 and 2015.
Henry was born in Piraí do Sul, a small town in the state of Paraná, southern Brazil.
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